Desgraciadamente hoy en día tenemos una alta tasa de autismo en los niños, teniendo un fuerte impacto en la vida las familias, la población y la sociedad en general.
Afortunadamente, hoy en día y debido a los avances científicos y a los estudios realizados, la sociedad es más consciente de que no es un problema social, sino todo lo contrario, su origen es neurológico y abarca muchas afectaciones, caracterizándose por un desajuste de diversas áreas del desarrollo.
Por el contrario, no se conocen exactamente las causas que lo producen, aunque los estudios más relevantes indican que tanto los genes como el ambiente, juegan un papel muy importante en su desarrollo.
¿Qué es el autismo?
TEA, son las siglas del Trastorno Espectro Autista, el cual es un trastorno muy complejo, por esto motivo es muy difícil dar una única definición.
El autismo es un trastorno de origen biológico del desarrollo. Se le denomina “Trastorno Espectro Autista” porque tienen una gran variedad de síntomas, es decir, diferentes personas que sufren autismo, pueden tener gran variedad de síntomas distintos.
Sin embargo, lo más característico es un gran déficit del desarrollo, que afecta a la socialización, la comunicación, la imaginación y la conducta.
El nivel de afectación y gravedad del autismo es variable en cada caso. Los más graves se caracterizan por la ausencia completa del habla y conductas repetitivas. Por el contrario, los casos más leves suelen pasar desapercibidos y pueden llegar a confundirse con la timidez, falta de atención, etc…
Síntomas Autismo
Una dificultad con la que nos encontramos los psicólogos y que agrava más el problema, es el retraso en ser diagnosticado.
Aunque actualmente la sensibilización es mayor, hay factores que dificultan un diagnóstico precoz, y es que muchos profesionales de la pediatría no tienen formación especializada en este tipo de trastornos.
A continuación, voy a señalar por etapas algunos comportamientos que indican la necesidad de que un especialista evalúe al niño para descartar un posible Autismo.
En los primeros meses de vida.
- No balbucea o tararea.
- Ausencia de contacto ocular.
- No hace gestos (señala, saluda, agarra, etc).
- Con 16 meses aún no habla.
- La sonrisa es escasa.
- No quiere jugar.
- No responden a estímulos.
Entre los 18 y 36 meses de edad.
- Ignora a los miembros de la familia.
- No muestra alegría al ver a los papás.
- No pide cosas.
- Juega sólo.
- No reacciona cuando se le llama por su nombre.
- Muy sensible a algunos sonidos.
- Cuando sufre algún percance no llora ni pide ayuda.
- En ocasiones parece que no escucha.
- Pataletas intensas y violentas.
- No devuelve las sonrisas.
A partir de los 36 meses
- Ignora a los niños de su edad.
- Juego repetitivo.
- Movimientos extraños.
- Ausencia del lenguaje.
- Rabietas continuas.
- Parece estar en su mundo.
- Evita la mirada y el contacto.
- Pasa mucho tiempo alineando cosas.
- Afecto excesivo a juguetes u otro objetos.
En caso de presentar estos síntomas del autismo, sería conveniente que consultaras a un especialista y así poder descartar o confirmar en el peor de los casos un trastorno autista.
Tratamiento
A día de hoy no existe una cura para el autismo, sin embargo existen un gran número de tratamientos que ayudarán a las personas que lo padecen y a sus familias a llevar una vida con más normalidad.
Un aspecto muy importante, es realizar un diagnóstico precoz, con la finalidad de realizar el tratamiento lo antes posible.
Los tratamientos deben ser integrales e individualizados para cada persona. Además es primordial realizar un trabajo coordinado con las personas que van atender al niño.
En lo referente a la familia, es muy importante que a los padres se les dote de herramientas para poder llevar a cabo los objetivos específicos y metodología de trabajo.
Finalmente y para concluir hacer referencia a algunos tipos de tratamientos disponibles, dividiéndose en las siguientes categorías:
- Enfoques en torno al comportamiento y la comunicación.
- Enfoques en torno a la alimentación.
- Medicina complementaria y alternativa.