Los problemas para comer son muy comunes en los niños, causando a su vez una preocupación a los padres. Estos problemas, no sólo son frecuentes en las consultas de pediatría, sino también en las consultas de los psicólogos.
A mi consulta acuden padres solicitando ayuda porque sienten un verdadero malestar cuando se acerca la hora de la comida o la cena, ya que se provoca una situación de crisis y conflicto con su hijo.
Una parte muy importante de los problemas alimenticios, viene dada por el desconocimiento de los padres del proceso evolutivo de sus hijos desde su nacimiento.
Saber que entra dentro de la normalidad para un niño de una edad determinada, nos ayudará a bajar ese nivel de malestar por estas situaciones.
A veces, pensamos erróneamente que nuestro hijo tiene problemas alimenticios, cuando en realidad come simplemente del modo esperado para su edad.
A continuación aclararemos algunos aspectos sobre este tipo de problema.
La Alimentación
Cuando hablamos de la alimentación de nuestros hijos, debemos saber que no es sólo alimento, sino que es algo que va mucho más allá (afecto, ayuda, calma, tranquilidad, etc…) y tiene un papel muy importante en el desarrollo evolutivo del niño, así como el vínculo que desarrolla con sus padres.
Por este motivo, es fundamental que el ambiente en el que se da la comida sea agradable y acogedor. Debemos tener claro que NO TODO VALE PARA QUE EL NIÑO COMA, es más, la mayoría de las veces, lo menos importante es la comida. Por descontado la televisión y otras distracciones deberían quedarse fuera de la mesa.
Por lo tanto, este espacio debería ser un momento en el que el niño y los padres no sólo comparten la comida, sino que disfrutan de un ambiente de unión y fraternidad.
Mi hijo Come Poco
Cuanto tenemos esta idea, debemos plantearnos lo siguiente:
¿Es nuestro hijo quién como poco, o somos los padres que nunca nos encontramos satisfechos con lo que come el niño?
En la mayoría de los casos, los niños no tienen problemas alimenticios, sino que tienen poco apetito y a los padres le gustaría que comieran más.
En algunas ocasiones los padres creen que su hijo debería comer más, pues es posible que estén equivocados sobre la cantidad de comida que debería consumir su hijo.
Una estrategia con muy buenos resultados es utilizar platos pequeños y servir pequeñas raciones, esta técnica es mucho mejor que servir una gran cantidad de comida y esperar que se la acabe.
Por lo tanto, le serviremos poco, y si tiene hambre nos pedirá más comida, pero nunca le obligaremos a comer más de lo que necesita, ya que lo único que conseguiremos será agravar el problema.
Mi hijo Tarda Mucho en Comer
No hay una norma escrita que establezca el tiempo que debe tardar un niño en comer, es algo que aprenderá a medida que vaya creciendo. Esto puede ser debido a dos motivos.
- Que le estemos exigiendo que coma más de lo que puede comer y sean los padres que se empeñan que coma más de lo que necesita.
- Los niños hacen todo más lento, por lo que hay que respetar sus ritmos y darles el tiempo que necesiten.
Nunca hay que Obligar al Niño a Comer
Una de las cosas más importantes que deberías quedarte de todo este artículo, es: NUNCA OBLIGUES A TU HIJO A COMER. Es una intervención perjudicial por parte de los padres tanto a nivel psicológico, a nivel médico y a nivel nutricional.
Es prácticamente imposible conseguir un ambiente agradable y apacible para el niño, si los padres fuerzan a sus hijos a comer.
Todos los mamíferos, incluyendo los humanos, tenemos mecanismos de regulación del apetito y estos mecanismos no funcionan a través de señales externas (avioncito, indicaciones de los padres, uso de la Tablet/móvil…) es decir, si nuestro hijo tiene hambre come; si nuestro hijo no tiene hambre no come.
Así mismo, si forzamos a nuestros hijos a comer, también tienen estrategias innatas para defenderse (cerrar la boca, decir no, escupir la comida…)
Debido a todo esto, lo que podemos conseguir forzando a nuestros hijos a comer, será que establezca una relación emocional negativa con la comida, por lo que empeorará el problema.
Por consiguiente, debemos aprender a respetar las decisiones de nuestros hijos, ya que nadie conoce mejor el nivel de saciedad que uno mismo.
Conclusión
Muchas de las inquietudes que los padres tienen respecto a la alimentación de sus hijos, no son más que un desorden entre las expectativas de los padres y el nivel de saciedad real que tienen sus hijos en esos momentos de su desarrollo.
De todas formas, lo más aconsejable es solicitar la ayuda de un buen psicólogo, para que nos proporcione las herramientas para afrontar este tipo de problemas.